Las TIC han revolucionado nuestra forma de vivir como nunca antes en la historia de la humanidad. Es tiempo de mutar nuestro modo de enseñar y aprender. ¿Es necesario dar el salto al “Modelo 2.0” directamente? ¿Estamos listos los docentes y por qué no los estudiantes?
El rol protagónico de las TIC y la presencia cada vez más notoria de dispositivos móviles modifica las formas de comunicación tanto a nivel público como privado. Además, se posicionan como plataformas de acceso, intercambio y distribución de contenido en cualquier momento y lugar, estimulando la creación de nuevos lenguajes, géneros y formatos; transformando los modos en que se consume y se produce la cultura; y generando una dinámica nueva entre espacios y tiempos en la vida diaria de todos nosotros. Nuestros estudiantes, como nativos digitales se perciben como consumidores de estas nuevas
tecnologías.
La web 2.0 ha facilitado nuestras posibilidades de contribuir con contenido propio online y de participar en prácticas de co-creación entre pares. De manera muy sencilla las aplicaciones web nos facilitan la apertura de espacios online, subir imágenes, compartir videos, agregar valor con nuestros comentarios, ediciones o modificaciones a algo ya publicado. Ahora, fácilmente podemos comunicar y compartir nuestras ideas y saberes.
El escenario actual, identificado por Litwin como “problematizador”, nos encuentra con innumerables alternativas a disposición, con herramientas creadas por fuera del sistema educativo y con grandes debates y controversias sobre sus usos y potencialidades. El escenario actual nos ofrece la posibilidad de pensar propuestas que incorporen TIC flexibles basadas en la participación, con contenidos especializados online pero también con contenidos producidos por los estudiantes como consecuencia de la misma interacción.
En resumen la WEB 2.0 nos propone:
Estimular la producción individual y la generación de contenidos por el usuario.
Otorgar poder de las multitudes, favoreciendo la arquitectura de la participación.
Aprovechar el efecto de la red convocando a los participantes del proceso de aprendizaje a la apertura de los contenidos generados entre todos.
Es cierto que la formación de profesionales universitarios requiere, en la actualidad, de la aplicación de didácticas y recursos específicos apropiados para la formación integral impulsando tanto sus competencias como su capacidad de juicio crítico. Sin embargo, la exclusiva utilización de la alta tecnología no basta, por sí misma, para lograr un significativo progreso en el aprendizaje. ¿Cómo desarrollar una inquietud que no existe? De nosotros los docentes, sigue viniendo el ser activo, el generar lo divertido, lo útil, etc. Sin embargo, no se percibe entre las mayoría de los estudiantes una inquietud mayoritaria de migrar al entorno 2.0. El avance tecnológico proporciona una gran disponibilidad de herramientas, pero es necesario incluirlas en un modelo pedagógico que estimule en el estudiante el análisis y la crítica de la información obtenida, además de mejorar el acercamiento a los temas de difícil comprensión.